Aunque hoy vive en Lyon, al otro lado del océano, Santiago Moreno sigue hablando el idioma del café, la constancia y el orgullo paisa. Su historia es la de un soñador disciplinado que convirtió el anhelo de vivir en el exterior en una carrera sólida, con propósito y con raíces que nunca se desprenden de Medellín.
Desde sus años de estudio en Negocios Internacionales, Santiago tenía una certeza: quería volver a Europa. No lo veía como una meta pasajera ni como una experiencia turística, sino como un desafío profesional donde pudiera demostrar lo que significa abrirse camino con verraquera, con elegancia y con una sonrisa.
Su formación en Medellín no fue únicamente académica. Allí aprendió el valor de la disciplina, la importancia de los pequeños pasos y la necesidad de soñar en grande sin perder de vista la realidad. En una ciudad que ha hecho de la resiliencia un sello de identidad, Santiago encontró la motivación para imaginar un futuro en el que la cultura paisa tendría lugar en escenarios globales.
Apasionado por el arte, la música, las novelas históricas, la gastronomía y el running, su vida siempre estuvo marcada por la curiosidad y la búsqueda de experiencias que lo conectaran con el mundo. Ese espíritu lo acompañó en cada decisión y le permitió ver en Europa un espacio no solo para crecer, sino también para aportar.
Llegar a Lyon significó mucho más que mudarse a otra ciudad. Fue empezar un nuevo capítulo en un país con un idioma distinto, con costumbres diferentes y con un ritmo de vida que exigía adaptarse sin perder la esencia. Santiago asumió ese reto con la misma actitud con la que los paisas afrontan la montaña: paso firme, mirada en alto y la convicción de que cada obstáculo es una oportunidad.
El aprendizaje del francés fue una de sus primeras grandes pruebas. No se trataba únicamente de dominar una lengua, sino de comprender una cultura y de integrarse plenamente a ella. Con paciencia y dedicación, logró comunicarse con naturalidad y, más allá de las palabras, encontró maneras de tender puentes a través de la empatía, la escucha y la autenticidad.
En Lyon, además, descubrió una ciudad que combina tradición y modernidad, gastronomía de talla mundial y un ambiente empresarial dinámico. Allí fue construyendo una nueva vida, pero siempre con Medellín como su punto de partida emocional.
Hoy, Santiago lidera desde Francia la estrategia de contenido de e-commerce para toda Europa en el Groupe SEB, una compañía internacional con presencia global. Su rol lo conecta con mercados diversos, audiencias exigentes y procesos que requieren visión estratégica y capacidad de adaptación.
“Entendí que mi papel no era solo cumplir con objetivos corporativos, sino también demostrar que desde Medellín aprendimos a trabajar con creatividad, innovación y cercanía. Eso me ha dado una ventaja: mi identidad paisa se convierte en un valor agregado”, comenta.
Su experiencia demuestra que ser paisa no es únicamente un tema de origen geográfico. Es una actitud. Es la manera particular de enfrentar la vida, de buscar soluciones en medio de los problemas y de tender puentes entre culturas. En los pasillos empresariales de Lyon, Santiago ha dejado claro que Medellín también tiene voz y talento para participar en conversaciones globales.
A pesar de estar lejos, Santiago mantiene a Medellín en el centro de su vida. La ciudad sigue siendo su referencia emocional, su motor y su inspiración. Cada logro alcanzado en Lyon es también un homenaje a la tierra que lo vio crecer.
“Ser paisa no depende de dónde vivas, sino de cómo vives. Es la capacidad de conectarte con otros, de mantener la alegría incluso en los momentos difíciles y de trabajar con pasión. Eso lo llevo siempre conmigo, y es lo que quiero transmitir en cada proyecto”, afirma.
Para él, Medellín no es solo un recuerdo. Es un conjunto de valores y aprendizajes que se proyectan en su día a día en Francia. Desde su manera de relacionarse con colegas hasta la disciplina con la que enfrenta nuevos desafíos, todo está atravesado por la huella cultural de su origen.
Más allá de lo profesional, Santiago ha sabido encontrar un balance entre sus pasiones personales y su vida en Lyon. El arte, la música, la lectura de novelas históricas y el running le han permitido mantener la mente y el cuerpo en movimiento, cultivar la creatividad y disfrutar de la vida con intensidad.
La gastronomía es otro de sus grandes puentes culturales. En Lyon, una de las capitales culinarias de Francia, ha explorado sabores y tradiciones que lo fascinan, pero nunca deja de recordar las arepas, el sancocho o el café de su tierra. En cada mesa, encuentra una oportunidad para conectar lo local con lo global, lo francés con lo paisa.
Santiago lo resume con claridad: cada paisa en el exterior es un embajador. No necesita un título oficial ni una credencial diplomática. Su sola presencia, su trabajo y su forma de relacionarse con los demás son suficientes para abrir puertas y conectar culturas.
En Lyon, su huella no es únicamente profesional. También es cultural y humana. Cada encuentro, cada proyecto y cada conversación es una oportunidad para mostrar que Medellín florece en cualquier parte del mundo.
“Llevar lo paisa conmigo me ha permitido demostrar que no hay fronteras para nuestra identidad. Donde haya un paisa, hay un pedacito de Medellín”, asegura.
La historia de Santiago Moreno es un testimonio del poder de los sueños y de la fuerza de la identidad. Su recorrido desde Medellín hasta Lyon demuestra que los paisas no solo se adaptan a nuevos entornos, sino que los enriquecen con su creatividad, su disciplina y su alegría.
Su mensaje para otros paisas en el exterior es inspirador: “No olviden que lo que nos define no es la geografía, sino la actitud. Donde quiera que estemos, podemos ser embajadores de nuestra tierra, abrir caminos y dejar huella”.
Cada paisa en el exterior es un embajador que abre puertas y conecta culturas. Únete a la red Sos Paisa en www.sospaisa.com y haz parte de esta comunidad global que, como Santiago en Lyon, demuestra que la identidad paisa florece donde quiera que estés.